Soledad Jarquín Édgar*/SemMéxico
Dios los hace y ellos se juntan. En julio de 2022, durante la celebración de la última Guelaguetza de la gestión del entonces gobernador Alejandro Murat Hinojosa, la saxofonista y víctima de una tentativa de feminicidio, María Elena Ríos Ortiz, fue agredida tras protestar con una manta que decía Oaxaca feminicida.
La historia se volvió a repetir en la emisión 2024 con un gobierno “distinto” encabezado por Salomón Jara Cruz, cuando la cineasta Ángeles Cruz llegó al auditorio “Guelaguetza” a exigir justicia para el pueblo que la vio nacer, San Miguel El Grande, en la Mixteca oaxaqueña, una tarea que se echó a cuestas la también actriz a raíz de ataques armados por parte de habitantes de Llano de Guadalupe, Tlaxiaco, por la disputa de dos mil hectáreas, con el alto costo de ocho vidas perdidas, entre ellas su hermano, Román Cruz Murillo, así como el desplazamiento de familias y la quema de viviendas.
En el mismo acto y de pasadita, funcionarios y funcionarias, ahora sabemos trabajadores de la Secretaria de Gobierno de Oaxaca, donde despacha el “comandante” Jesús Romero López, obstaculizaron la cobertura del fotoperiodista y corresponsal de “El Universal”, Edwin Hernández, a quien además intimidaron y terminaron por romper su gafete de entrada al auditorio. Una clara violación al derecho de informar.
Sin duda se han refinado los métodos. Los funcionarios-guaruras-policías iban disfrazados, sí disfrazados con uniformes que los hacían pasar por turistas, espectadores comunes, con sombreros de palma que agitaban entusiasmados en su pretensión de opacar la protesta de Ángeles Cruz y a quien rodearon, es decir, tienen estrategia. ¿Dónde lo aprendieron? Con el comandante Romero.
Más adelante el gobernador Jara Cruz utilizó imágenes -vía otras personas- donde al inicio de la festividad, la cineasta se acerca al mandatario, ambos se saludan y nada más. La intención de difundir las imágenes no era otra que desacreditar a la cineasta.
Por otra parte, algunos diarios consignarían las palabras de Salomón Jara a quien sí le molestó la protesta de la cineasta, diciendo que él había protestado (en otros tiempos) pero no estaba tonto para hacerlo durante una Guelaguetza, traducción: Ángeles Cruz es tonta.
Estas gotas que derraman el vaso de agua y provocan episodios de bilis en los gobernantes se han ido recrudeciendo ante la cada vez más ausente posibilidad de dirimir los conflictos de todo tipo que existen en Oaxaca y la intervención de personajes “visibles”, como Ángeles Cruz una mujer que se ha abierto espacio en un mundo difícil y que ha logrado destacados reconocimientos en México y en el extranjero.
Ella solamente está exigiendo justicia para su pueblo y de manera personal para su hermano asesinado por estos enfrentamientos donde las autoridades tienen la obligación de resolver o buscar vías alternas para evitar la violencia, hacer justicia y reparar el daño, pero está visto no quieren ni pueden, deberían saber que la política no es sinónimo de poder sino de servicio.
El enojo para el gobernador Jara Cruz debe ser terrible. Esta Guelaguetza se le ha ido de las manos. Hay infinidad de cartas de apoyo a la cineasta y para el fotoperiodista.
Por un lado, por su falta de sensibilidad, también revelan que hay más grilla que eficiencia en sus acciones y que nada tiene de diferente el gobierno morenista del antecesor priista.
“En la fiesta de los oaxaqueños” como suelen llamar a la Guelaguetza, pero que en realidad está lejos de ser, ya que se trata de una institucionalización de la cultura popular con fines comerciales redituables, también se ha exigido que nada cambia el sistema, que les gusta la pleitesía, traen invitados-invitadas del gobierno federal, y todo esto rodeado como se ha dicho también de actos de sexismo y racismo.
Por eso digo, Dios los hace y ellos se juntas.
*Periodista y activista feminista.