Isidoro Yescas*
En un arranque de sinceridad política (¿o fue un lapsus linguae?) el gobernador Salomón Jara declaró la semana pasada que la pobreza en Oaxaca no se acabará en su sexenio ni en el siguiente, sino tal vez en 50 años.
De acuerdo a la nota de Luis Ignacio Velásquez, publicada en “Noticias”, Jara Cruz declaró: “ Acabar en un sexenio con la pobreza es imposible, en dos sexenios tampoco; Oaxaca, mínimo, tendrá que pasar por lo menos 50 años para que pueda abandonar la pobreza.” (“Noticias”, 29-agosto-2024).
Si tomamos como referencia que ya desde la década de los ochenta, si no es que mucho antes, el tema del combate a la pobreza ha sido el eje central de la narrativa y planes de desarrollo de los gobiernos locales, habría que sacar cuentas y hacer un pequeño ejercicio matemático para sumar a los 50 años que quedan por delante, otros 40 o 50 más y entonces concluir que con o sin planes de desarrollo, con el PRI o con Morena, con presupuestos históricos o ahistóricos, con y sin el apoyo de la federación, el destino de los oaxaqueños y oaxaqueñas es seguir en pobreza y pobreza extrema por los siglos de los siglos.
Sin embargo, esta pobreza crónica o endémica, según lo prefieran, no es propio de Oaxaca, pues en los vecinos estados de Chiapas y Guerrero prevalece el mismo problema. Los tres estados, casualmente, concentran una alta población indígena y registran los índices más altos de carencias sociales y empleos formales.
¿Cuántos gobiernos, federales y estatales, han ensayado todo tipo de políticas públicas para combatir la pobreza y al final de cada sexenio todo sigue igual o peor?
El expriísta de toda la vida y hoy flamante senador de Morena, Alejandro Murat, presumió al final de su sexenio, con datos del Coneval, que entre el 2016 y el 2020, 90 mil 684 oaxaqueños y oaxaqueñas habían dejado de ser pobres y otros 88 mil 880 quedaban fuera de la línea de la pobreza extrema.
Y a pesar de que esta tendencia a la baja se mantuvo hasta el 2022 ( fecha de la última medición de pobreza del Coneval), la cifra de 90 mil, 684, o ya actualizada al 2022, de poco más de 177 mil, resulta insignificante ante los 2 millones 483 mil oaxaqueños y oaxaqueñas en situación de pobreza.
Al igual que su antecesor y hoy compañero de partido, el gobierno de Salomón Jara le apuesta a focalizar la atención en los municipios con mayores rezagos económicos y sociales ( 100 de 570) para reducir la pobreza, descuidando otros factores igual o más importantes como abatir el rezago educativo, combatir la desnutrición, generar empleos formales e incrementar y mejorar los servicios de salud.
A punto de cumplir dos años en el cargo y encargo, el jefe del Poder Ejecutivo estatal ha reconocido que ni un sexenio ni dos serán suficientes para reducir en forma significativa la pobreza en uno de los tres estados mas pobres y desiguales de la república mexicana.
Y colocados en ese escenario tan fatalista, tal vez convenga reflexionar en voz alta si el gobierno en turno (y los que le sucedan hasta el año 2074) solamente deberían seguir administrando los presupuestos “históricos” que cada año el gobierno federal destino a Oaxaca para su desarrollo social o, por el contrario, habría que pensar seriamente e otras salidas institucionales a las ya ensayadas para ir dejando atrás esa pobreza endémica.
*Maestro en Sociología.
X: @YescasIsidoro