Néstor Y. Sánchez Islas.
¡Se acabó! El relevo presidencial es el evento más importante para México en este momento. Llegará al poder la primera mujer presidenta y se va un personaje que justificó sus acciones en su popularidad y no en sus resultados. Se cumple lo que Savater declaró hace muy poco respecto de la forma que calificamos a las izquierdas y derechas.
A éstas últimos los medimos a través de resultados; a las izquierdas, muy generosamente, a través de sus promesas, lo que resulta falaz porque prometer no empobrece. Los supuestos idealismos y humanismos son muy buenas excusas para culpar a otros.
¿Cómo nos fue en el sexenio de Andrés Manuel López Obrador? Siendo Oaxaca una tierra en que tiene un apoyo cercano al 80% la pregunta parece que está de más, pero es indispensable porque el juicio de la historia está por comenzar y, al perder al poder mediático que tuvo, empezarán a aparecer cifras y números que nos darán a conocer la realidad sin maquillaje.
El corte de caja nacional lo leemos desde hace días en todos los medios críticos al poder. Desde el enorme endeudamiento, sus obras faraónicas ineficientes, el control del país por el crimen organizado, el desmantelamiento del sistema de salud, los 800 mil muertos por Covid o el aumento a los salarios mínimos. Sin embargo, a los oaxaqueños nos interesa hacer un balance de su gestión y saber si avanzamos, retrocedimos o seguimos igual.
El obradorismo dejó obras materiales, la mayoría inconclusas. Construyó una serie de caminos artesanales, algunos de ellos ya destruidos por las lluvias. Inauguró la carretera a Puerto Escondido y el Corredor Interoceánico, ambos sin concluir. La carretera sigue en obras y las lluvias han provocado grandes derrumbes. El corredor, por el momento permite el paso de los trenes de pasajeros, pero todavía no está listo para ferrocarriles de carga. El rompeolas está terminado, pero Salina Cruz no está listo para manejar carga de contenedores porque carece de operaciones de puerto seco y ya empieza a generalizarse la especulación inmobiliaria. El corredor es un proyecto clave, pero la realidad es que está en etapas iniciales. La educación se la devolvió a la Sección 22 a sabiendas que sería un profundo retroceso.
Sin embargo, creo que legado del obradorismo a Oaxaca, y tal vez al país, es lo que no hizo. Teniendo el poder que ha detentado desde el mismo día de las elecciones en 2018 pudo haber construido una identidad propia para la izquierda mexicana para que ésta dejara de ser una mala copia de la izquierda cubana y chavista y se convirtiera en modelo de vanguardia y progreso. En lugar de ello, se dedicó a revivir el culto a la personalidad con todas las secuelas que ha dejado en Oaxaca ese nivel de adulación.
Oaxaca, que fue tierra de muchos de los grandes liberales del siglo XIX que llenaron de gloria la historia nacional, hoy es cuna de una izquierda rústica, pedestre, hipócrita y zalamera, carente de personalidad propia que solo vive de la nostalgia y calenturas que aún les provoca la vieja revolución cubana o el fracasado modelo chavista del socialismo del siglo XXI. Hasta para despedirse del presidente muestran sus carencias pues copiaron el lema cubano de “Hasta siempre comandante Che Guevara” para llenar el estado con espectaculares diciendo “Hasta siempre presidente”.
El posicionamiento ideológico de la izquierda mexicana se mueve entre el populismo autoritario y la nostalgia del siglo XX. Teniendo nuestro país su propia revolución como fuente de reivindicación social y anhelo de progreso, la mirada y sus discursos siguen puestos en reclamos de hechos de hace más de 500 años.
La propaganda masiva, el control de la información, la invención de enemigos a modo, el uso y apropiación de símbolos y rituales o la manipulación de la historia los usó para beneficio personal y no del país. Destruir al poder judicial parece ser que será, para él, su mayor logro.
De manera perversa manipuló la libertad de expresióny atacó sin miramientos a quienes lo critican. Su necesidad de culto hacia su persona provocó la polarización de los mexicanos entre buenos y malos. Por supuesto, los buenos son los que lo elogian y, en Oaxaca, el elogio de la clase política hacia su persona llegó a niveles tan bajos que señalarlos como lamebotas no es un exceso ni una majadería.
Herencia directa del carisma del líder en Oaxaca es la cínica clase política que hoy se reparte el poder. Buena parte de ellos vienen del PRI y PAN a los que condenó una y otra vez. Nos deja en manos de un magisterio empoderado que, como lo vimos con los normalistas hace unos días, tienen el poder para desafiar al mismo gobernador y llenar los huecos que deja el Estado. Nos deja en manos de la delincuencia y, lo que resultaría muy grave, con la probabilidad de que muchos presidentes municipales estén al servicio del crimen organizado o, peor aún, sean el crimen mismo. Oaxaca no avanzó, estamos atascados y en reversa.
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