Isidoro Yescas*
Tiene razón el secretario de Gobierno, Jesús Romero, cuando afirma que lo que se construye en las riberas del río “Atoyac”, a menos de dos kilómetros del Aeropuerto Internacional y en una zona urbana perteneciente a los municipios de San Antonio de la Cal y Santa Cruz Xoxocotlán, no es un basurero sino un centro de transferencia.
No la tiene cuando compara este proyecto con los que opera en Azcapotzalco, en el Estado de México que, por principio, fue diseñado y opera apegado a todo lo establecido en la Norma Oficial Mexicana(NOM) 83, además de la calidad de sus instalaciones y su alta capacidad para almacenar y procesar los residuos sólidos.
Es probable que el relleno sanitario que se levanta en Totolápam, en terrenos que el gobierno del estado compró a la familia Díaz Pantoja, sí cumpla con parte de la normatividad ambiental detallada en la NOM83.
Y ese factor, sumado a la ausencia de conflicto, estaría facilitando la conclusión y operación de dicho relleno que, dicho sea de paso, fue la segunda opción que la parte oficial seleccionó luego de fracasar en su intento para imponer su proyecto en San Lorenzo Albarradas.
Por motivos que nunca se hicieron públicos el traído y llevado Centro Integral de Revalorización de Residuos Sólidos Urbanos (CIRRSU) ya no se construye en Totolápam sino en la zona conurbada de la ciudad de Oaxaca de Juárez.
Ahora, este proyecto en donde “se transformarán los desperdicios (sic) en materiales y fertilizantes, generando productos de valor” se levanta sobre las riberas del río “Atoyac”, en la misma zona en donde la pasada administración municipal instaló temporalmente un sitio de transferencia de residuos sólidos para de allí trasladarlos fuera de la entidad.
No obstante que a diferencia de un relleno sanitario, el CIRRSU generaría menos riesgos de contaminación y de salud pública, viola importantes disposiciones de la NOM-83 por su cercanía con el Aeropuerto Internacional de la ciudad capital y porque, además, se levanta en inmediaciones de una zona urbana con casas habitación, centros comerciales y centros educativos y muy cerca (a menos de 1000 metros) en donde se localizan cinco pozos que proveen de agua potable a la ciudad de Oaxaca.
No están a discusión la positividad del proyecto, porque es obvio que la zona metropolitana de los Valles Centrales de Oaxaca requiere con urgencia de un sitio de disposición final de las miles de toneladas de residuos sólidos que se generan diariamente y de una alternativa para su “industrialización.”Lo que se ha criticado es la opacidad que aún se observa en la información oficial, sobre entodo lo que hace al cumplimiento de toda la normatividad que a nivel federal ya está establecida y al proceso legal y administrativoseguido para la adquisición de la infraestructura que no parece ser del “primer mundo” ni de primera mano como lo presume el titular de la Sego.
Y pese a todo el CIRRSU va, como ya lo reiteró el gobierno estatal, aunque está por verse qué pasará cuando del incumplimiento de la NOM-83 tome nota la Semarnat y la Conagua.
O cuando el gobierno federal inicie el anunciado rescate del río “Atoyac” y éstas secretarías y la misma presidencia de la república se topen con un centro de transferencia de residuos sólidos levantado no con las modalidades, características y alta tecnología como la que funciona en Azcapotzalco o en el río Hudson (los dos referentes más citados por Jesús Romero) pero sí en las riberas de un río (o lo que queda de éste) que, pese a infinidad de agravios de particulares y autoridades, se niega a morir.
*Maestro en Sociología.
X: @YescasIsidoro