Diego Enrique Osorno*
Abril 9 de 2022. En medio de una carretera oscura, Debanhi Escobar Bazaldúa mira hacia los coches mientras se abraza a sí misma con su bolsa cruzada, teniendo a sus espaldas el Motel Nueva Castilla. El viento de la madrugada mueve su ropa. El conductor de un taxi de aplicación le toma una fotografía.
La vulnerabilidad de la joven en una zona llena de moteles, quintas irregulares y cuarteles policiales puede palparse en la imagen. “Yo ahí la dejé”, dice el chofer David Cuéllar en unos audios que manda por whatsapp a las amigas con las que la chica acudió a una fiesta.
Días después la foto se disemina, llenando muchísimas pantallas modernas: tiktokeros, youtuberos y tuiteros hacen análisis variopintos de la imagen difundida por redes sociales hasta que ésta llega a noticieros locales, después a canales nacionales, internacionales…
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8 de marzo de 2022. Debanhi tenía 18 años y estudiaba Derecho en la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL). Un mes antes de su desaparición, tras una histórica marcha realizada por el movimiento feminista de Nuevo León, decenas de jóvenes universitarias documentaron la reacción machista a través de múltiples amenazas digitales y directas enmarcadas en la acendrada cultura patriarcal y capitalista de la entidad.
Monterrey es uno de los cien mejores lugares del mundo para hacer negocios, de acuerdo con revistas especializadas. También es una de las ciudades con mayores índices de violencia contra las mujeres en todo el país.
En medio de esta crisis permanente —agudizada por una larga disputa de poder entre el gobierno estatal y la fiscalía local—, en aquella primavera surgió una escalada de violencia feminicida en la que se visibilizaron también las desapariciones, el 31 de marzo, de la joven Yolanda Martínez, y el 3 de abril, de la joven María Fernanda Contreras.
Muchas otras denuncias inundan las redes en un país donde cada día, en promedio, once mujeres son asesinadas.
Sin embargo, la ola de desapariciones y feminicidios data de hace tiempo, ahora solo se hace visible. Incluso, horas antes de su desaparición, Debanhi intercambia mensajes de IG con sus amigas comentando la terrible situación.
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Abril de 1999. Una redada de la policía municipal de Escobedo descubre en el interior del Motel Nueva Castilla a un grupo de menores de edad trabajando en un table dance clandestino.
La redada es una de tantas que sucedieron a finales de los noventa en el área metropolitana de Monterrey. En esa época fueron cateados moteles, casas y establecimientos en los que operaban redes de trata nacionales e internacionales.
Sin embargo, el table dance que estaba en el interior del Motel Nueva Castilla era el único que existía en esa zona establecida al norte de la ciudad, sobre la carretera a Laredo, Texas. Una joven mujer, directora jurídica del municipio de Escobedo, encabezó el cierre del establecimiento: Clara Luz Flores. Con el paso del tiempo, la abogada se volvería alcaldesa de la ciudad, luego funcionaria federal…
Pese a que en su interior había explotación sexual de chicas de 15 y 16 años de edad, el Motel Nueva Castilla siguió operando, hasta volver a cobrar notoriedad años después con el hallazgo del cuerpo de Debanhi en la cisterna de su interior.
Algo que no se resaltó en las miles de notas y posts que circularon alrededor de esta historia de redes sociales, es que el lugar donde Debanhi fue fotografiada antes de desaparecer, y en donde apareció sin vida 13 días después, tenía antecedentes de trata de menores.
Esta es una de tantas otras redes que no se vieron en esta historia, aunque estaban ahí, alrededor de la foto de Debanhi.
…Pero ahora se irán viendo.
*Escritor y periodista.
@DiegoEOsorno