Néstor Y. Sánchez Islas
Allá por 1827, en lo que hoy es la calle de Hidalgo hubo una sencilla vecindad que recibió de las conciencias y almas pías el mote de “la casa de la perdición”. El mote le quedó como anillo al dedo, pero casi 200 años después.
Consecuencia de la Independencia mexicana y de la nueva Constitución local, nació en humildes cuartos y pisos de ladrillo un templo del saber que, a través de sus hombres, llenaría de orgullo las páginas de la Historia nacional, así como hoy llena de vergüenza a los oaxaqueños.
Modesto en proporciones, pero de infinitas ambiciones nació el Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca, el que un siglo y medio después se convertiría en la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, un lugar que dio paso a la razón sobre la fe, al debate y la lucha a través de las ideas y no de las piedras y balazos con los que hoy ajustan cuentas entre universitarios. Los viejos morrales cargados de libros y apuntes de aquellos jóvenes liberales que construirían el glorioso siglo XIX mexicano dieron paso a los porros cargados de mochilas, pero llenas de proyectiles incendiarios.
Para aquellas viejas conciencias conservadoras, el hecho de que la ciencia, la lógica o la jurisprudencia sustituyeran al catecismo y los dogmas de la fe fueronlas razones por las que consideraron a esa naciente institución como una casa de perdición. No soportaron que la sotana fuera sustituida por las ideas de liberales y masones que llenaron sus pasillos. Pero, aunque usted no lo crea, fueron los frailes dominicos los primeros profesores de aquellas ilustres generaciones del liberalismo oaxaqueño que cubrió de gloria la Historia nacional.
Ahora sabemos que la razón y la lógica no fueron la perdición del Instituto, ahora UABJO, sino la codicia de sus supuestos liberadores de la supuesta opresión en que la mantenía la vallistocracia local. Lucharon por “liberarla” y terminaron esclavizándola a ella y a Oaxaca a sus vicios y podredumbre. Esos hipócritas de la universidad crítica, científica y popular solo queríanapoderarse de ella y su presupuesto.
¿Qué es la UABJO ahora? Una casa de perdición. Un lugar que involucionó, en donde los estudiantes no estudian, los maestros no enseñan y los paros, huelgas y tomas de instalaciones son el pan nuestro de cada día. Cada metro cuadrado se pelea a muerte.
Para honrar a nuestra “máxima casa de estudios”, muletilla que apesta a demagogia, se le puso el nombre de nuestro ilustre benemérito, mismo que denigran los pigmeos intelectuales que hoy pululan por sus oficinas y que tienen el control del millonario presupuesto. La autonomía es sinónimo de impunidad y su viejo prestigio es cosa del pasado.
Hoy la UABJO es la responsable de la perdición de generaciones enteras. Sus egresados difícilmente encuentran trabajo fuera de la burocracia oficial o del activismo porril. De ser el alma mater de Don Benito Juárez, Porfirio Díaz, Matías Romero, Ignacio Mejía, Justo Benítez o Manuel Ruiz entre muchos otros, los hombres que construyeron la Reforma en el siglo XIXhoy otorgan títulos y maestrías fantasma a gente como Hugo Aguilar Ortiz, siervo de la decadente “cuarta transformación”.
De ser cuna del liberalismo a ser nido del fanatismodemagógico y populista como el del señor Aguilar Ortiz, cuya cédula de Maestría no aparece en el Registro de Profesiones. Pronto presidirá uno de los poderes del Estado para el que no tiene ninguna calificación, por eso se ocultará detrás de la máscara de la ropa típica, para aparentar superioridad moral.
Nada le impediría poner un puesto de memelas dentro de la sala de sesiones para comer, también, un platillo típico de su tierra y moralmente superior. Así, en las antípodas del intelecto es la realidad de aquella casa que, en su momento la llamaron la de la perdición. Pero la perdición y la decadencia está en el presente y no en el pasado.
La UABJO vive su cotidianeidad sin que a nadie sorprenda. La directora de la Faculta de Derecho acusa a su propio padre, Abraham Martínez Alavez, de ser el responsable de la toma de las instalaciones. Otra facultad, la de deportes, también en medio de riñas entre sindicalizados y estudiantes. Una vez más, el guerrillero burócrata, Abraham Martínez, es señaladocomo la mano que mueve el cacicazgo.
¿Cómo piensan insertar a sus estudiantes en el complejo mundo tecnológico de hoy? El Instituto de Ciencias y Artes fue diseñado y creado para servir a Oaxaca; la UABJO fue transformada en los años 70 para servir a su cacique y sus sindicatos.
El demonio no entró en la UABJO por las razones por las que aquellos beatos del siglo XIX temían. No entró por las ideas y el pensamiento moderno y liberal, llegó mucho después disfrazado de falsos redentores. La perdición no fue de las almas y la moral, sino del futuro de estas generaciones.
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