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Entre lágrimas y música, velan sin su cuerpo a Francisco Toledo

por Agencia Zona Roja

Redacción/Zona Roja.

Oaxaca de Juárez, Oax., 6 de septiembre de 2019.- No estuvieron los políticos ni los altos funcionarios. Tampoco jerarcas de la iglesia o legisladores. Fueron sus amigos y amigas, sus admiradores, sus fieles los que lo velaron, sin su cuerpo.

Once y media de la noche del 5 de septiembre, aniversario de la batalla en que los juchitecos, tierra del gran hombre, vencieron a los franceses. Fecha en que la muerte ganó a Francisco Benjamín López Toleró.

Al centro del patio del IAGO que fundó, su retrato sobre una silla. Poco a poco el lugar se llenó de flores. Y de alegrías, de tristezas, de música, de arte, de poemas, de frío.

Un frío que inundó a Juchitán, a Oaxaca, a México, al mundo. Una noche de vela para “Chico” Toledo, quien partió a la edad de 79 años.

Días antes ya no se le vio por las calles del Centro Histórico de la capital; convalecía en un hospital. Jamás ya se le volverá a ver con su raída y arrugada ropa y sus acostumbrados huaraches; periodistas bajo el brazo, o manos en la bolsa; o su mano levantada para saludar a cuanto lo saludaba. Oaxaca ya no es la misma sin Toledo.

A eso de las nueve de la noche comenzó el rumor; minutos después la confirmación: murió Toledo. Un terremoto social, de varios grados de magnitud. Los lamentos por doquier.

Para la historia su lucha social desde la COCEI, contra Mc Donalds, en defensa del cerro del Fortín, del maíz criollo, de los derechos de los pueblos, del Centro Histórico, de los desaparecidos de Ayotzinapa.

Para la posteridad su legado: el Jardín Etnobotánico, el Instituto de Artes Gráficas, el Museo de Arte Contemporáneo, el Centro de las Artes, la fonoteca, la biblioteca para invidentes… o su invaluable apoyo a los estudiantes.

El IAGO se llenó poco a poco de flores. Poco a poco el recinto colonial fue insuficiente para tantas lágrimas, tanta música, tantos recuerdos.

El viernes 6 amaneció frío. Más frío que nunca, con nubarrones, con cielo a punto de llorar.

El viernes amaneció sin Francisco Toledo, sin el artista reconocido mundialmente, sin el altruista, sin el padre de familia, sin pinceles, sin pintura. Desde este viernes, Oaxaca ya es otro sin su maestro querido.

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