Isidoro Yescas*
Ahora que el otrora Subcomandante Marcos (hoy simplemente Capitán) ha reaparecido en el escenario político nacional para darle vuelo a su magistral pluma y criticar con dureza al gobierno de AMLO, a Morena y a los dirigentes del PRI, PAN y PRD, vale la pena comentar el efecto político que tuvo en Oaxaca el levantamiento del EZLN en enero de 1994 (ocurrido en el vecino estado de Chiapas), expresado, fundamentalmente, en la reglamentación de los usos y costumbres electorales de 418 municipios indígenas y en la emergencia de un conjunto de organizaciones sociales y de la sociedad civil ( Ucizoni, Codeci, Campo, Educa, etc ) que le darían mayor vitalidad e impulso a los movimientos sociales que ya se estaban expresando en la entidad desde la década de los setenta.
Solo para un mínimo de contexto, importa referir que el levantamiento de pueblos indígenas agrupados en el EZLN , con el Subcomandante Marcos al frente, colocó en la vitrina nacional e internacional la cruda realidad de miseria, pobreza, injusticias y explotación de los pueblos indígenas de México que obligaría al gobierno de Carlos Salinas y quienes lo sucedieron en la presidencia de la república a voltear los ojos hacia este sector para atender algunas de sus demandas.
Entre esas demandas, la que tuvo mayor impacto en Oaxaca fue la vinculada al reclamo de autogobierno y autonomía política para los pueblos indígenas.
Y ese impacto se expresó en un cambio radical en la forma y los mecanismos para elegir y reconocer a las autoridades municipales de la tercera parte de los 570 municipios de nuestra entidad en donde el PRI-gobierno indebidamente se apropiaba del voto comunitario y la propia representatividad legal y política de sus autoridades.
Si desde antes de la insurrección zapatista el movimiento social oaxaqueño, y algunos legisladores de oposición, ya se habían pronunciado por el respeto a los usos y costumbres indígenas, la aparición del EZLN terminó por darle el impulso político necesario para que desde el poder legislativo y ejecutivo convocara a las fuerzas sociales y políticas vigentes entonces para instalar mesas de trabajo y consensuar un proyecto de cambios en los mecanismos para elegir y reconocer las elecciones de autoridades municipales comunitarias.
No fue nada fácil vencer las resistencias del PRI pero, finalmente, la iniciativa para reglamentar “las tradiciones y prácticas democráticas de las comunidades indígenas” ,que se incorporarían al Código de Instituciones y Procedimientos Electorales del Estado de Oaxaca (CIPEEO) fue aprobada el 30 de agosto de 1995. Con posterioridad, el llamado libro IV del CIPEEO fue objeto de ajustes y modificaciones para, finalmente, adquirir rango constitucional.
El próximo año se cumplirán 30 años de la vigencia de lo que formalmente se denominanSistemas Normativos Indígenas y que han garantizado, en lo general, gobernabilidad y mayores controles institucionales de los procesos de elección de autoridades en 417 municipios de nuestra entidad.
Han transcurrido también tres décadas del surgimiento del EZLN que aunque ya disminuido en su liderazgo, representatividad social y presencia política se mantiene como un referente mediático en la vida pública de México.
De allí la trascendencia de sus pronunciamientos públicos y las cartas que a través de la página de internet Enlace Zapatista está difundiendo el Capitán Marcos en la coyuntura del fin del sexenio obradorista.
Una crítica necesaria desde ese flanco de la izquierda no partidista hacia el nuevo orden político cuatroteísta y ,con especial dedicatoria, al estilo personal de gobernar del presidente AMLO, quien ha preferido no polemizar con quien a final de cuentas forma parte de ese amplio movimiento indígena antisistema que obligó al Estado Mexicano a establecer un nuevo pacto social con los pueblos originarios.
*Maestro en Sociología.