El Andariego (Raciel Martínez Blas*)
En la despedida radiofónica, una voz timbrada: “Esperamos haber satisfecho su derecho a la información. Si-lo-logramos, ¡Los satisfechos seremos nosotros! ¡Muy bueenos días!”
El noticiero matutino en el 1240 de amplitud modulada era popular. Su contenido era la lectura de notas de los periódicos impresos de la época y el comentario adicional del locutor.
No todo el contenido de los diarios se trasmitía, un tamiz patronal estaba de por medio. Cuestión de intereses económicos más que el derecho a la información.
Por más movimientos a la sintonía del aparato radial, no existía alternativa. Esa cajita feliz (similar a una caja de zapatos) marca “Philco” no se movía mientras duraba la transmisión.
Paisanos quienes laboraban en la Ciudad de México contaban a los jóvenes reporteros de un noticiero llamado “Monitor” en el que José Gutiérrez Vivó era la estrella. “El vive la noticia, la transmite y la complementa con su profesionalismo”, parte de la publicidad.
Era un noticiero de larga duración de 6 a 9 de la mañana. Había una comunicación directa con el público y a la cual añadió un tópico informativo: la red vial, hoy necesario en toda ciudad.
Ese noticiero adoptó como slogan “Comprometidos con la verdad…”
Tiempo después llegó a sintonizarse en Oaxaca de Juárez, para desaparecer cuando la censura foxista y calderonista operaban.
En tanto, corrían las versiones de un proyecto en la frecuencia 570 de am. Intentona de un grupo de reporteros quienes soñaban adormilados.
Era poco conocido la terca realidad: “Los reporteros no teníamos derecho de réplica. Los funcionarios podían imponer su versión o desmentirnos. Las notas entraban al salón de corte y confección. Nada que contradijera a la clase gobernante”.
–Felicidades, vi que te llevaste la de ocho columnas en tu periódico, échale ganas mi campeón. –Elogiaba un veterano a un principiante reportero.
El joven enfiló presuroso a la redacción del diario para recibir su orden de trabajo. Ahí comprobó que una gacetilla maquillada de información con su nombre, era la principal nota.
Años de sumar dinero al dinero. Todo a la venta: informes y obras municipales, declaraciones de políticos, diputados, senadores, empresarios, y con mayor agrado las esquelas, de esas nadie podía escapar. Porque “quitándole lo hijo de la chingada, el difunto era una buena persona”. Así que la esquela a página entera o media plana en el impreso.
A la distancia un “Reencuentro Fraterno” de periodistas, la convocatoria para saludarse, el pase de lista, cada quien su historia, cada quien su peregrinar. No llegaron todos los que son…
Una convivencia, comida, por la generosidad de don Tomás González Illescas. Gracias a esa iniciativa. Gracias.
–¿Sigues en la radio? ¿En dónde te publican? ¿Ya no escribes? ¿Desde cuándo dejaste el periódico? –Decenas de preguntas asaltaron.
–Sí, tengo un portalito. Estoy en la güeb.
En el otro barrio, en Trinidad de las Huertas, parece escucharse en un moderno radio:
“Vamos a unos comerciales y regresamos a su diario hablado. Ocho de la mañana con 30 minutos…”
*Periodista oaxaqueño.