Ismael García M./Zona Roja.
Oaxaca de Juárez, Oax., a 30 de diciembre de 2024.- Con Claudia Sheinbaum como Presidenta de la República, sin duda que México hizo historia nacional y mundial durante este año 2024, que ya fenece.
Pero aún es incierto que éste haya sido en general el año de las mujeres, pues los feminicidios y la violencia en contra de las ellas no sólo no se frena, sino que crecen día con día.
De acuerdo con cifras oficiales, que recaba el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, en promedio asesinaron a siete mujeres al día, durante el año.
Pero cifras de organismos de la sociedad civil ubican hasta en 10 el número de muertes de femeninas cada año; por otro lado, la violencia familiar no ha disminuido, sino por el contrario, es uno de los delitos que va al alza en todo el país.
Y ni el propio poder político y del país ha logrado dar importancia a las mujeres en los principales cargos pues hay varios ejemplos en que hubo vejaciones.
Uno de ellos es la titular del Poder Judicial de la Federación, Norma Lucía Piña, quien sufrió incluso el oprobio del propio Andrés Manuel López Obrador, por no sujetarse al designio presidencial.
O el Congreso de la Unión, que es presidido actualmente por dos varones, en la Cámara de Diputados y en el Senado, menospreciando la capacidad femenina.
MOMENTO HISTÓRICO
Si bien Claudia Sheinbaum Pardo tiene su capital político, como funcionaria capitalina y posteriormente como jefa de Gobierno de la Ciudad de México, así como sus orígenes en la lucha estudiantil, fue muy marcado el dedo presidencial.
Desde por lo menos dos años antes, fue electa, literalmente, por López Obrador como su sucesora, lapso en que se implementó un supuesto juego sucesorio democrático en el país.
Por cierto, el fin de semana en un acto en Tlaxcala, la Presidenta declaró que ahora se va a elegir “democráticamente” a jueces, magistrados y ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. “Eso nos hace ser quizá el país más democrático que haya sobre la faz de la tierra”.
Nada más falso, pues el proceso por el cual ella fue impuesta, estuvo plagado de irregularidades, desde la creación de supuestos precandidatos en Morena, que fueron premiados posteriormente con cargos relevantes, hasta la votación, que sí fue copiosa e histórica el 2 de junio de este año, pero en absoluto un proceso democrático.
“Dicen nuestros adversarios que hay autoritarismo, pues ¿cómo si es el pueblo quien decide?”, cuestionó ayer.
“La democracia es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. Y ahora, el Poder Judicial va a servir al pueblo de México y a la nación como debió de haber sido siempre”, agregó en su discurso.
Repetimos: histórico el que una mujer halla llegado al máximo cargo en el país, pero fue un proceso 100 por ciento democrático y, hasta ahora, no se ha distinguido el papel femenino en el poder presidencial.
Y EL PODER JUDICIAL
El claro ejemplo del menosprecio al poder femenino es Norma Piña, quien por rebatir judicialmente reformas constitucionales de López Obrador, ha sido vilipendiada.
Incluso, el hoy ex presidente le mostró su desdén en un acto público, al no darle la importancia del cargo durante una ceremonia (en febrero de 2023); en otros casos ni siquiera la invitaba.
Tras ello ha surgido una serie de andanadas que por lo menos en el sexenio obradorista no lograron consolidarse pero sí con Claudia Sheinbaum, quien en absoluto ha mostrado empatía con la titular de la Suprema Corte, ni siquiera políticamente.
Curiosamente, el Poder Judicial federal ha tenido al menos 12 titulares mujeres, pero a esta última se le ha estigmatizado, precisamente desde la 4T, y no es que seamos férreos defensores de ella.
Este 2025, se elegirán por “voto popular” a ministros y jueces federales y entre ellos podría estar el reemplazo de Norma Piña, pese a que su designación vence hasta el 2026.
Curiosamente también, a la ministra Yasmín Esquivel y a la ministra Lenia Batres Guadarrama se les ha dado trato preponderante, incluso tácitamente como representantes del Poder Judicial, en aras de opacar a la presidenta del órgano; y ellas han permitido ser utilizadas por el Poder Ejecutivo.
Ambas han realizado múltiples giras por el país para hablar de las “bondades” del Poder Judicial, con cargo al erario.
Luego entonces, en el discurso sí está el empoderamiento de la mujer, pero no en los hechos políticos.
Y EL LEGISLATIVO
En el Congreso de la Unión, conformado por la Cámara de Diputados y el Senado de la República, tampoco se ha dado a la mujer en los cargos principales, lo que sí ocurrió en la Legislatura anterior.
En la Cámara baja, que inició funciones el 1 de septiembre, se designó por unos días a la histórica luchadora social Ifigenia Martínez, pero en realidad, más que por su capacidad -físicamente muy disminuida-, fue para dar un final decoroso a su exitosa carrera política y partidista, pues días después falleció.
Fue utilizada también -aunque a los morenistas disguste el término- para difundir propagandísticamente que una mujer entregó la banda presidencial a otra mujer. Por cierto, la suplió un varón, Sergio Gutiérrez Luna en la Mesa Directiva.
Como presidente de la Junta de Coordinación Política, está Ricardo Monreal Ávila, ex priista, ex perredista y ahora supuesto morenista, que, literalmente, ha usado la política para sus fines personales y de nepotismo.
En el Senado, como presidente de la Junta fue premiado Adán Augusto López, un ex funcionario y político gris y oscuro, paisano de López Obrador, y que ha hecho toda clase de negociaciones con priistas y panistas.
Mientras que la Mesa Directiva la preside Gerardo Fernández Noroña, otro tipo que en absoluto representa los supuestos apotegmas de la 4T; por el contrario, cotidianamente difunde los placeres y lujos con los que vive.
En ambas cámaras, la mayoría son mujeres… pero no se refleja en los mandos.
LAS ACCIONES
¿Qué habría pasado si el Poder Ejecutivo, el Poder Legislativo y el Poder Judicial fueran encabezados por mujeres este año y los siguientes? Entonces sí sería real el poder político femenino.
“Con Claudia llegamos todas”, propalan morenistas, políticos y militantes, pero eso mismo rechazan las femeninas.
Ahí está el caso de la actual secretaria de las Mujeres, Citlali Hernández, ex integrante de la dirigencia de Morena, que hasta el momento no ha presentado acciones reales y políticas a favor de las mujeres.
En los programas de seguridad, para frenar la grave violencia en el país, tampoco hay apartados específicos, ni siquiera para aparentar una lucha real, en favor de las mujeres, a pesar de que son las más agredidas, a pesar de que en la creciente violencia familiar, son el mayor número de víctimas.
La semana pasada, la Presidenta Sheinbaum declaró el 2025 como el “Año de la Mujer Indígena”, las más olvidadas del gobierno, por cierto, pero también será sólo para discurso político. Entonces, ¿en qué quedamos?