Redacción
Foto: La Jornada
Oaxaca de Juárez, Oax., 25 de junio de 2019.- La imagen, semejante a la de Siria: una menor de edad bocabajo, bajo la playera de su padre, inertes, a punto de alcanzar la orilla del río Bravo.
No lo lograron: el sueño americano del migrante salvadoreño Óscar Alberto Martínez Ramírez y de su hija Valeria, de un año y 11 meses, quedaron a centímetros. Murieron ahogados al intentar cruzar la frontera de Matamoros, Tamaulipas, e ingresar a Brownsville, Texas.
De acuerdo con agencias informativas, Óscar esperaba lograr asilo político junto con su esposa Tania Vanessa Ávalos y la pequeña Valeria.
Desesperado, el domingo decidió con su nena finalmente cruzar el afluente, pero no lo logró y fueron arrastrados por la corriente… tocaron tierra, pero ya muertos.
Desde la orilla, Tania Vanessa gritó desesperada, pidió ayuda, demandó piedad. Pero nada se pudo hacer, el cuerpo de su esposo y su bebé se sumergieron a la altura de la calle Matamoros, a unos metros del monumento la Cruz del Migrante.
De nada sirvió la Visa Humanitaria del gobierno mexicano; de nada sirvieron dos meses de espera en un albergue para migrantes en el puente Puerta México. Esperaban asilo político por parte del gobierno Norteamericano.
Pero el hambre, la pobreza, la desesperación, la indolencia del mandatario Donald Trump, le quitó el sueño a Óscar y su pequeña Valeria.