Eduardo Bautista Martínez*
En el documento “Las desigualdades que matan” (2021) de la Confederación Internacional OXFAM, se expone el aumento de las desigualdades por el COVID19 en el ámbito educativo. Hace referencia a las desigualdades de financiación de los sistemas educativos y plantea que los presupuestos de educación no se están ajustando proporcionalmente a los desafíos que plantea la pandemia, particularmente en los países más pobres.
Si los presupuestos para la educación resultaban insuficientes antes de la aparición del virus, son más limitados ante los efectos económicos generados por la pandemia. Estas tendencias amplían brechas entre los países de bajos y altos ingresos. Respecto a las desigualdades de género el fenómeno amerita un análisis con detenimiento.
Es un hecho que la cifra de las mujeres inscritas en educación superior se ha triplicado en el mundo en los últimos treinta años; el incremento de la matrícula es sustantivo si consideramos, por ejemplo, que, en una universidad del sureste mexicano, la Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca, en el año 2021, las mujeres representaron el 56% del estudiantado, que duplica su presencia respecto a lo que se registraba hace tres décadas.
Sin embargo, las mujeres siguen topándose con límites en la ocupación de espacios estratégicos de investigación, gestión, dirección y en la toma de decisiones al interior de las universidades, además de que mantienen una escasa presencia en las disciplinas de matemáticas, ingenierías, ciencia y tecnología. En este sentido, se puede seguir afirmando que es necesario seguir construyendo la igualdad de oportunidades en todos los ámbitos de la sociedad.
Además de los limites propios de las mujeres por acceder a puestos de toma de decisiones y su presencia en disciplinas tradicionalmente asignadas a varones, y aún cuando se ha avanzado en la paridad de asistencia a la educación superior, el principal problema no es el acceso de las mujeres, sino la permanencia, el egreso y la titulación.
En este periodo de pandemia fueron las más afectadas en las cifras de conclusión de estudios frente a los varones. De acuerdo a los Anuarios Estadísticos de la ANUIES, en Oaxaca, por ejemplo, en el año 2020, hubo más de 1000 mujeres menos en egresar que el 2019, considerando que las egresadas anualmente en el estado son aproximadamente 8 mil 300, cifra que bajó a 7 mil 300 en el 2020. Esto no quiere decir que los varones no hayan sido afectados por la contingencia sanitaria, sino que las cifras para las mujeres son más acentuadas.
Retomando el análisis de OXFAM “la violencia económica expulsa de la educación a las niñas, las minorías y las personas en situación de mayor pobreza”, y es altamente probable que muchas de las mujeres no vuelvan a retomar su educación, puesto que durante esta contingencia ellas han asumido el considerable aumento del volumen de trabajo de cuidados no remunerados en sus familias o con salarios ínfimos en el servicio doméstico.
Lo anterior marca nuevos retos en el compromiso por la eliminación de las disparidades de género en la educación y el empoderamiento de todas las mujeres y las niñas, que se establece en los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que más que acuerdos multilaterales implican su atención y resolución en los ámbitos locales, particularmente en las regiones con mayores rezagos del país, como el sureste mexicano y de manera particular para Oaxaca, una entidad que se caracteriza por sus profundas desigualdades.
*Rector de la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca; Doctor en Ciencias Sociales por la Universidad Autónoma Metropolitana.
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