Néstor Y. Sánchez Islas.
Ni debe olvidarse, pero no por el vandalismo de grupos mafiosos sino por el legado que dejó a México. Así como esos hechos no comenzaron ni terminaron esa tarde sangrienta, el legado no se limita a la represión y la pérdida de autoridad moral del gobierno, sino a la influencia que tuvo en la vida nacional a partir de entonces.
Las protestas las protagonizaron estudiantes de las clases medias. No había ni campesinos ni obreros y la demanda inicial era detener la brutalidad policiaca.
El sistema político los asfixiaba a pesar de los evidentes avances económicos de aquel milagro mexicano. No se habían corregido las profundas desigualdades ni cumplido la redención social prometida por el régimen revolucionario.
El autoritarismo y la corrupción generalizada de la clase política se había apoderado de las instituciones.
El 2 de octubre sigue vigente por las consecuencias que todavía vivimos y por las peligrosas semejanzas, que no identidad, del gobierno de la 4T y de sus funcionarios con aquel gobierno asfixiante que dijeron combatir en su juventud. Se dicen hijos del 68, pero destruyen la democracia y las instituciones.
El régimen de 2024 recuerda muy bien al de los años 60: un partido hegemónico y como única vía para llegar al poder.
El Congreso de la Unión, diputados y senadores, absolutamente sometidos al ejecutivo y, dentro de unos pocos meses, el control absoluto del poder judicial.
Exactamente así eran los gobiernos surgidos del PNR fundado por Plutarco Elías Calles en 1929 y hasta 1997, en que el Congreso, por primera vez, quedó en manos de la oposición.
En 1968 no solo los jóvenes mexicanos se levantaban, el mundo entero lo hacía. ¿Cómo olvidar la “Primavera de Praga” y la forma en que la bota soviética aplastó de manera sangrienta Checoslovaquía?
O las calles y plazas de París llenas de multitudes inspiradas en las nuevas ideas de los filósofos postmodernistas que encontraron en el agotamiento del modernismo las causas de sus males. O las protestas en los Estados Unidos contra la Guerra de Vietnam.
Cabello largo, amor libre, minifaldas, drogas y música de ruptura con lo establecido los identificaban. En México las protestas previas de ferrocarrileros, médicos y maestros abrieron los ojos a los estudiantes de la necesidad de una apertura democrática.
No fue un movimiento comunista a pesar de la participación de agentes cubanos o soviéticos pagados para desestabilizar. También la CIA estuvo implicada a través de la operación “Litempo” que reclutó a los expresidentes Díaz Ordaz y Echeverría.
Fue el 68 un movimiento de rebelión en búsqueda de libertad y democracia.
La masacre nos dejó herencia. Surgió un arte comprometido políticamente que buscaba invitarnos a la reflexión y no solo la contemplación pasiva.
Octavio Paz rompió con el régimen y poco después escribió su ensayo “postdata”, una reflexión sobre el autoritarismo y la violencia en nuestra sociedad. Carlos Monsiváis, con su estilo irónico y crítico se convirtió en el referente cultural en cuanto a temas de injusticia social.
Elena Poniatowska y su libro “La noche de Tlatelolco” se convirtieron en referentes históricos de lo que sucedió esa tarde.
El cine también sintió el golpe. Por un lado, el cine de ficheras, por el otro las películas como “Canoa” de Felipe Cazals, que es un espejo del ambiente de miedo y psicosis que se vivía, y que permaneció por mucho tiempo debido a la “guerra sucia” de los años 70 y 80.
La cultura popular y la música de protesta en voz de Óscar Chávez son otro ejemplo de la influencia que tuvo la matanza no solo sobre la política sino sobre la cultura en general que con su profundo cambió le dio identidad a toda aquella generación.
Las marchas de hoy día han deformado los hechos, los interpretan a conveniencia con una narrativa ajena a la verdad histórica.
El vandalismo del magisterio es heredero, en todo caso, de los agitadores pagados, esquiroles, que de los estudiantes masacrados.
El 2 de octubre no debe olvidarse porque hoy México está en condiciones políticas que guardan mucha semejanza con el México de los 60.
La 4T ha vuelto a darnos una presidencia imperial poderosa, intolerante e infalible. Tienen todo el poder aún para cambiar la Constitución a su gusto para eternizarse en el poder. Desde la presidencia se controla al Congreso, al Poder Judicial y a los gobernadores del país.
El ejército, otra vez, todopoderoso e intocable. La dictadura perfecta está de regreso.
La masacre del 2 de octubre no solo dejó una profunda herida en la historia de México, sino que también dio origen a un movimiento cultural comprometido con la denuncia, la memoria y la búsqueda de un país más justo y democrático.
SEMOVI.
Nunca hay citas disponibles para licencias en el portal oficial, pero con los gestores sí. Corrupción es una buena descripción de esa institución.
Y lo reconoce el propio gobierno al suspender los operativos por la verificación vehicular.
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