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Opinión. Solo pasaron 75 años

por Agencia Zona Roja

Néstor Y. Sánchez Islas

La inauguración y apertura a la circulación de la nueva carretera al istmo de Tehuantepec llegó tarde y llegó mal. Pasaron 75 años desde que Miguel Alemán inauguró la carretera Panamericana en mayo de 1950 para que se terminara una obra que vergonzosamente tardó casi 20 en construirse, mucho más de lo que se tardó la construcción del túnel bajo el Canal de la Mancha.

Dejando de lado los escándalos en el acto inaugural y el corriente protagonismo de los miembros de la 4T que se adjudican el mérito como si ellos hubieran puesto su capital, la ruta entre Oaxaca capital y el istmo de Tehuantepec tiene una interesante historia marcada por la dificultad orográfica de nuestra tierra. En los hechos, los caminos y carreteras que hoy seguimos transitando recorren las mismas veredas que trazaron los primeros habitantes.

La ahora vieja carreta al istmo hace exactamente ese recorrido que pasa por Tlacolula, baja a Nejapa de Madero, lugar en donde está enterrado el último rey zapoteca, Cosijopí, continuaba hacia Yautepec y llegaba a Tehuantepec. De nuestra capital había rutas prehispánicas hacia Veracruz, Huatulco, Acapulco, Puebla o Tehuacán, pero fueron los Aztecas y su centralismo imperial los que en su necesidad de cobrar tributos y llevar riquezas de todo Mesoamérica hacia Tenochtitlan los que crearon la primera red formal de caminos en lo que hoy es México.

Los españoles en su invasión y conquista siguieron las mismas rutas. Llegaron por Puebla y Tehuacán y pronto alcanzaron el istmo de Tehuantepec, al que vieron desde entonces, el potencial de vía de comunicación entre dos océanos. Fue en Salina Cruz en donde levantaron un rústico astillero para construir embarcaciones y hacer comercio de cabotaje por el litoral o lanzarse hacia Centroamérica.

A los españoles y su necesidad de conquista territorial siguieron las órdenes religiosas y su trabajo de evangelización que los obligó a seguir las viejas veredas entre comunidades. La llegada de caballos y mulas de carga abrió los primeros caminos de herradura, destacando el paso por Antequera, hoy Oaxaca, para llegar a la Capitanía de Guatemala buscando las riquezas del Soconusco, sobre todo el cacao. No olvidemos que Chiapas, en ese entonces, pertenecía a esa capitanía y el istmo era nuestra frontera.

Contrario al desprecio que el régimen de la Revolución sintió por Oaxaca por ser la tierra del General Porfirio Díaz, Oaxaca tuvo una gran importancia en el México colonial. La cochinilla que aquí se producía era la 4ª generadora de riqueza del virreinato y, la ciudad de Oaxaca era la última gran ciudad del sur de México. Las rutas de salida hacia Tehuacán y Puebla tuvieron una enorme importancia durante muchos años.

El auge carretero mexicano del siglo XX inició con el presidente Calles en 1925 en que se inició la construcción y pavimentación de las primeras carreteras, sobre todo en el norte y el bajío. La sinuosa carretera entre Puebla y Oaxaca se inauguró hasta 1943, aunque desde 1933 se traía el proyecto de una carretera que comunicara la frontera de Nuevo Laredo en el norte con la frontera del Suchiate en el sur.

Tardaron menos en aquellos tiempos en construir la carretera completa de norte a sur que lo que hoy se tomó la construcción del tramo de Mitla a Tehuantepec.

La construcción de la carretera Panamericana impactó Oaxaca. Fue un poderoso vínculo hacia el istmo que se sentía mas unido con Coatzacoalcos, Villahermosa o Tuxtla Gutiérrez que con su capital. Hoy, a los istmeños se les hace más rápido y cómodo ir a esas ciudades que acudir a la capital del estado, a la cual solo recurren por necesidad de trámites oficiales.

La apertura de la nueva carretera llega muy tarde y pronto quedará rebasada su capacidad. La ciudad capital no tiene la infraestructura para soportar el tráfico que se generará porque no se ha construido el libramiento sur. En este punto hay que recordar que quienes están hoy en el gobierno se opusieron a él cuando andaban en la agitación magisterial y de la APO. Ahora tienen el reto de encontrar una solución al problema que ellos mismos inventaron.

La nueva carretera es un hecho histórico más que político y con esa perspectiva hay que verlo. No es mérito de nadie más que del pueblo de México que ha tenido que pagar el sobrecosto y la corrupción de un proyecto que costó diez veces más de lo que se tenía planeado en su inicio.

Esta nueva carretera es un recordatorio de lo conflictivo que suele ser el oaxaqueño, de su mentalidad rentista y no productiva, del oportunismo político de los rufianes metidos a luchadores sociales y de la falta de atención al desarrollo del sur del país.

Lo histórico no fue la inauguración y sus protagonistas sino en que es la primera ruta hacia el istmo que no sigue los antiguos caminos y veredas. Tenemos ahora una nueva ruta hacia el Soconusco y sus riquezas, pero también para la droga y el crimen organizado.

nestoryuri@yahoo.com

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