Diego Enrique Osorno*
Tras 10 días de andanzas, la caravana El Sur Resiste desembarcó en el CIDECI-Universidad de la Tierra, de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, también nombrado como Caracol Jacinto Canek por el EZLN. Alrededor de 700 personas se congregaron ahí para dar inicio el sábado 6 de mayo a un Encuentro Internacional.
El despojo territorial, la imposición de megaproyectos que destruyen al medio ambiente y la violencia contra comunidades indígenas, mujeres e infancias a causa de la guerra económica y el crimen organizado, fueron los principales ejes de las mesas de reflexión y discusión que se llevaron a cabo, en las cuales participaron representantes de diversos pueblos originarios, varios estados del país y de una veintena de países extranjeros.
Al inicio del cónclave, una comisión de la caravana dio un primer reporte de algunas de las cosas que notaron durante su periplo por Oaxaca, Veracruz, Campeche, Yucatán, Quintana Roo y la propia Chiapas. El listado fue difundido en uno de los comunicados de la página www.elsurresiste.org.
Entre las problemáticas detectadas se resaltó la penetración territorial del narcotráfico, el reclutamiento de niños y jóvenes por grupos del crimen organizado, el desdén de autoridades agrarias y ejidales para proteger la tierra, la división causada por programas asistenciales como Sembrando Vida, el daño a las tierras por monocultivos, fumigación y cuerpos de agua contaminados, así como el acaparamiento de agua para grandes corporativos en lugar de los pueblos.
También enlistaron algunas “formas de victorias” logradas organizativamente por comunidades y colectividades, como recuperaciones de tierra, creación de espacios autónomos, cancelación de proyectos extractivistas, avance en la lucha de las mujeres, obtención de amparos y otros procesos jurídicos ganados y, en especial, cada vez más encuentros y alianzas entre pueblos en resistencia.
GUERRAS DE DESPOJO
Para tener un panorama global de lo que sucede más allá del sur-sureste mexicano, el escritor uruguayo, Raúl Zibechi, fue uno de los primeros ponentes. “Vivimos guerras de despojo. Se ha revelado que cuatro de cada 10 hectáreas no están en manos de la oligarquía ni del gran capital. En Brasil estas tierras pertenecen a tierras agrarias, están en manos de las comunidades negras, son parques naturales y de conservación, o pertenecen a pequeños y medianos campesinos”.
“Sobre estas tierras está avanzando el capital. Al despojo todavía le queda mucho para alcanzar. La guerra por el despojo apenas empieza. Hoy el capitalismo no puede vivir sin guerras de despojo. No puede actuar sin guerras con violencia, es decir sin asesinar, desaparecer, desplazar…”.
Zibechi también resaltó el factor de la militarización extractivista en marcha en todos los gobiernos nacionalistas de la región, incluyendo a los progresistas como el del presidente Andrés Manuel López Obrador o el de Gabriel Boric en Chile, que en Walmapu, territorio mapuche, destacamentó casi tantos militares como en la dictadura de Pinochet. “El análisis del EZLN en la Cuarta Guerra Mundial hecho hace 20 años es más que cierto: estamos en una guerra del despojo para obtener territorios para el gran capital”.
Otro análisis que hizo fue el del narcotráfico “como símbolo perfecto” del capital: “es muy difícil pintar la línea entre el narcotráfico y el poder, porque hay una alianza entre estos grupos del narco, las oligarquías, y las grandes empresas”.
Ante la situación descrita, Zibechi resaltó el crecimiento de las luchas autónomas en América Latina, en las cuales una característica importante es la autodefensa como herramienta fundamental de resistencia, “estos modelos de autonomía tienen también esta característica pilar que es la autodefensa como herramienta fundamental: muchos se defienden con guardias comunitarias, otros con pasamontañas, otros con capuchas o con pañuelos”.
Una segunda característica mencionada por Zibechi fue la espiritualidad. “Espiritualidad es hablar de mujeres y ese vínculo de Mujer-Vida-Madre Tierra. La espiritualidad es lo que nos permite sostenernos a lo largo del tiempo en estas luchas que no tienen fin, porque son un círculo eterno, sin el objetivo de tomar el poder; la espiritualidad ahí es pilar a seguir”
ESPIRITUALIDAD
La activista del Cauca, Colombia, Vilma Almendra Quiguanás, fue otra de las voces que analizaron el contexto global durante el encuentro. “En todos lados está difícil, en todos los Estados-Nación en donde nos han querido aplastar a los que habitábamos, nos han querido arrancar todo lo bello como la espiritualidad”.
Relató que el Consejo Regional Indígena del Cauca era en 2009 el movimiento indígena “más conocido por su resistencia y por su forma de interpelar al Estado”. Por esos años, el colectivo tenía el control territorial del Cauca, por lo que, ante la fuerza de su resistencia, el gobierno buscó romperla a través del narcotráfico.
“Comenzaron a cooptar dirigencias. Hoy el control territorial ya no lo tienen las autoridades: lo tienen los actores armados. Han matado a diez autoridades indígenas en los últimos tres años. Vemos el reclutamiento de nuestra juventud y niñez que son presas del dinero fácil porque la estructura estatal te empobrece y, ¿qué prefiere la juventud?, ¿siete dólares de jornalero por 10 horas de trabajo en una recolección de café o miles de pesos por estar con estos grupos del narcotráfico que te dan una moto, un celular y pagan bien? Solo tienes que matar y matar a los tuyos”.
Para cerrar su intervención con una experiencia igual de real y alentadora, Dilma resaltó las flores que rompen el cemento. “En el Cauca hemos logrado liberar a la Madre Tierra: sembrar con los ciclos de la luna y sembrar todo lo orgánico; hemos logrado relaciones no patriarcales, ni coloniales, y no estatales. Si logramos esta relación con la tierra, lo lograremos también con la hija, con el hijo, con la compañera y con el compañero”.
@DiegoEOsorno
*Escritor y periodista.
(Continuará…)
